En la sala Martín Coronado del TGSM, Sergio Renan estrenó una nueva versión Un enemigo del pueblo, en la que se destaca sabiamente la actualidad de su temática siempre polémica. Por Violeta Weinschelbaum
El doctor Stockmann, hermano del alcalde y médico de un pueblo, cuya prosperidad económica depende de un balneario turístico recientemente construido, descubre que las aguas están contaminadas. Su denuncia es tomada como un atentado contra la flamante esperanza del lugar, y el denunciante es declarado traidor y enemigo del pueblo.
Esta adaptación de Sergio Renán de la obra de Henrik Ibsen parte, como es inevitable, de una lectura contemporánea. Así, hay una clara decisión de acercar el texto al público argentino. Ese acercamiento es literal en la temporalidad: de fines del siglo XIX, la obra se corre en hasta alrededor de los años cincuenta. Ese movimiento implica decisiones visuales claras (de escenografía y vestuario notablemente) pero también de lenguaje (un habla cotidiana y argentina, reconocible por la platea) y de contexto (se suman, por ejemplo, mujeres a la asamblea, cosa inimaginable en el tiempo original). Ese acercamiento deliberado habla, tal vez, de una búsqueda de dejar en primer plano una actualidad temática indudable.
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